La creatividad, como la capacidad para combinar conocimiento, know how y experiencias diversas para resolver problemas y generar valor, es en última instancia lo que está diferenciando a unas empresas de otras, y lo que a nivel de toda la economía marca la senda del progreso y del desarrollo.
Parece, por tanto, interesante pararse a entender en qué consiste la creatividad en el contexto empresarial así como los mecanismos que desde las administraciones se han puesto en marcha para su apoyo.
Analizando el proceso empresarial, la creatividad aparece fuertemente vinculada a la capacidad intrínseca de las personas. Más en concreto su capacidad para a partir de su conocimiento y experiencias diversas (o el de los demás) combinarlos y dar solución a problemas reales de la empresa, así como generar ideas innovadoras con valor en los mercados. En este punto, la creatividad de las personas en la empresa puede ser potenciada bien mediante el empleo de técnicas específicas o bien garantizando su interacción en un entorno (el de la empresa) favorable a la creatividad.
Las principales técnicas hacen referencia a la gestión integral de ideas que se convierten en proyectos y finalmente en productos innovadores; a la formación continuada enfocada a la generación de ideas y su puesta en marcha; a modelos concretos de comercialización; a la gestión de los recursos humanos flexible y favorable a la creatividad y a la participación de todo el personal en la solución de los problemas y de proyectos de la empresa etc.
Por otro lado, un entorno empresarial favorable es aquel en el que la creatividad y la innovación son valores de la propia empresa y se fomentan como tales; existe un entorno de trabajo multidisciplinar donde las diferencias enriquecen en vez de limitar; existe una alta transparencia y los canales de comunicación entre los trabajadores y los diferentes departamentos son habituales y fluidos; existe una dirección implicada con la creatividad y la innovación etc.
Por lo tanto, desde la perspectiva de la empresa, mejorar los niveles de creatividad pasa por la mejora de todos y cada uno de estos y otros.
Sin embargo esta mejora en las empresas, así como la adopción progresiva de técnicas y dinámicas creativas, no es una cuestión sencilla, y mucho menos natural o espontánea.
Muchas empresas encuentran dificultades o desconocen la forma de poner en marcha estas técnicas, de adoptar una cultura que favorezca la creatividad. Es aquí donde la administración juega un papel destacado. En este sentido, ¿qué lecciones se pueden retraer para el diseño e implementación de medidas de apoyo a la creatividad empresarial desde la administración?
La administración puede actuar mediante medidas y programas concretos sobre el funcionamiento de las propias empresas, o bien sobre el entorno en el que estas operan. Ambas dimensiones determinan finalmente las capacidades creativas de sus empleados.
Actuar sobre la propia empresa implica diseñar y poner en marcha programas orientados a cada uno de los aspectos señalados anteriormente, que inciden en el cambio de valores, de cultura, en el uso de técnicas de fomento de creatividad, en la aparición de canales de comunicación fluidos y multidisciplinares, etc.
Actuar sobre el entorno de carácter general implica definir e implementar actuaciones que sobre la sociedad en general permiten extender una cultura emprendedora, favorable al cambio y a la aceptación de riesgos, la aparición de un entorno multicultural donde converjan diferentes formas de pensar, la existencia de infraestructuras de excelencia que apoyen a las empresas en los cambios organizativos que precisen para potenciar sus capacidades creativas etc.
Así, la gran mayoría de las iniciativas públicas tienen como finalidad lograr la extensión de una cultura emprendedora favorable a la creatividad puesta en valor en los mercados, a la extensión del espíritu creativo‐innovador entre la sociedad.
Muchas de ellas buscan también actuar directamente sobre el funcionamiento empresarial, sobre sus capacidades. Para ello los mecanismos más utilizados han sido las acciones formativas (en materia de capacitación creativa), la organización de eventos de difusión y sensibilización hacia la creatividad, o la provisión de servicios específicos orientados a la simplificación de los trámites para la creación de empresas o la comercialización de ideas.
También son destacables las iniciativas que han supuesto el desarrollo de técnicas de creatividad específicas para su implementación y extensión entre las empresas.
Por su parte, las iniciativas privadas están orientadas en su mayoría al desarrollo de técnicas y metodologías que buscan incrementar las capacidades creativas de los trabajadores. Por lo general están relacionadas con la organización y la gestión de las ideas, desde el momento de su generación hasta su desarrollo en proyectos concretos y finalmente su comercialización en los mercados.
Aspectos ya mencionados como las estructuras jerárquicas flexibles, la participación multidisciplinar, los canales de comunicación flexibles y constantes, o la implicación de la dirección de la empresa son algunos de los más comunes.
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