Todos nacemos con la capacidad de dar soluciones nuevas y originales a los problemas diarios y a los que se suscitan en nuestro desempeño profesional.
Por desgracia, entre las presiones del sistema educativo para memorizar y las presiones sociales para aceptar el estado de cosas, olvidamos cómo suspender el pensamiento convencional y cómo emplear nuestro potencial creativo. Por ello, la educación de la creatividad profesional es una tarea compleja y multifactorial que requiere un espacio para cultivarla.
La educación universitaria está poco preparada para enfrentar ese reto y asumirlo. Máxime si se considera que para lograr cambios efectivos es necesario que el desarrollo de la creatividad se realice en todo el diseño curricular. La creatividad requiere un pensamiento flexible, dinámico, lateral, divergente, audaz e independiente que se desarrolla solamente mediante tareas docentes que lo propicien. Entonces, ¿cómo lograr un clima creativo que caracterice todo el proceso pedagógico profesional y a la institución en su conjunto?
La enseñanza tiene que abarcar nuevos horizontes en relación con la estimulación y el desarrollo de la creatividad y, por lo tanto, el énfasis de la formación profesional y los esfuerzos deben estar encaminados no sólo al perfeccionamiento de los procesos de adquisición de conocimiento y de desarrollo de habilidades generalizadas, sino a un elemento más substancial: el desarrollo de la capacidad para crear.
No cabe duda que en esta estrategia de trabajo metodológico deban estar implicadas todas las asignaturas del currículo y que se requiera de las acciones de todos los docentes ya que el desarrollo de la creatividad no ocurre en un momento del proceso pedagógico ni puede desarrollarse mediante los esfuerzos de un solo profesor. Pero también es cierto que es necesario empezar a promover acciones en las cuales corresponde al docente desempeñar un papel decisivo. Somos conscientes de que la transformación en una cualidad estable de la
personalidad no puede estar condicionada por una situación aislada, ni siquiera por un conjunto de situaciones si éstas no tienen los nexos necesarios de continuidad.
Por otro lado, las asignaturas de formación general y básica deben convertirse en un componente importante para la formación profesional de los estudiantes en las especialidades técnicas, de ahí la necesidad de integrarlas a las asignaturas técnicas.
Las personas creativas pueden ejercer el pensamiento divergente que posibilita la búsqueda, no de una respuesta única, sino de múltiples soluciones y puede lograr organizaciones nuevas. El acto creador como la posibilidad de combinar datos o conocimientos que anteriormente no tenían relación entre sí para obtener formas nuevas de cosas ya conocidas, tiene todas las posibilidades de activarse en cada una de las etapas de la estructuración de un escrito o de desarrollo de un proyecto y brindan al docente y al alumno un espacio para emprender la búsqueda del conocimiento.
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